Fort Sumter era una instalación federal que vigilaba los accesos al puerto de Charleston. Como tal, fue considerado por el incipiente gobierno confederado como una prioridad para la ocupación en vista del papel crítico que Charleston desempeñó como conducto de suministro.
Tan importante fue la posición adoptada por los estados en secesión de que el gobierno federal debería entregar todas las instalaciones militares dentro de esos estados a las fuerzas confederadas. Esto se consideró una necesidad política como una declaración de soberanía confederada. También fue militarmente crítico dada la escasez de armas y municiones disponibles para las fuerzas confederadas.
En consecuencia, incluso cuando los Estados Confederados todavía estaban en el proceso de formar un gobierno nacional, sus milicias estatales en toda la región se movilizaron de forma independiente para confiscar arsenales, fortificaciones y arsenales federales. De hecho, varias instalaciones fueron ocupadas sin violencia cuando las fuerzas federales se retiraron, decidiendo que la discreción era la mejor parte del valor.
Sin embargo, el comandante Robert Anderson, comandantes de las unidades federales en Charleston, se retiró de Fort Moultrie y consolidó sus fuerzas en Sumter. A partir de diciembre de 1860, días después de la separación, el gobierno de Carolina del Sur hizo repetidas demandas para la rendición del fuerte. Anderson resultó terco y se negó a cumplir.
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Las cosas estaban en un punto muerto en abril. Lincoln pudo haber decidido trazar una línea en la arena en Sumter con la esperanza de provocar que la Confederación disparara el primer tiro. En cualquier caso, envió un convoy de suministros que permitiría que el fuerte continuara resistiendo, en efecto acumulando presión.
Por su parte, Jefferson Davis, como el nuevo presidente de la Confederación, era bastante sensible a la necesidad de evitar ser retratado como el beligerante y esquivado mientras los confederados de Charleston acampaban. Pero con el convoy de suministros en camino, sabía que el problema necesitaba solución rápidamente.
Además, Davis consideró la importancia de proclamar la soberanía de la Confederación ante la comunidad internacional. En consecuencia, decidió a regañadientes tirar los dados el 12 de abril y dio la orden de abrir fuego, jugando directamente en la mano de Lincoln. Así, como dicen, “abrió la pelota” y el resto es historia.