¿Cuál es el mayor atraco a un banco en el siglo XXI?

Banco Central de Iraq ($ 1 mil millones, 2003)


El robo bancario más impactante del siglo XXI basado en la cantidad robada y el esfuerzo completo y sin cerebro que requiere un dictador para drenar las cuentas bancarias de su propio país. En marzo de 2003, Saddam Hussein robó casi $ 1 mil millones del Banco Central de Irak antes de que Estados Unidos comenzara a bombardear en Bagdad. Este es considerado el mayor atraco bancario en la historia con aproximadamente $ 650 millones más tarde encontrados escondidos en las paredes en el palacio de Saddam Hussein por las tropas estadounidenses. Se cree que esta fue la mayor parte del dinero robado. Además, en marzo apareció una nota escrita a mano, firmada por Saddam, que ordenaba retirar $ 920 millones y entregarlos a su hijo Qusay. Los funcionarios del banco afirman que Qusay y otro hombre no identificado supervisaron el efectivo, cajas de billetes de $ 100, que se cargaban en camiones durante una operación de cinco horas. Qusay luego fue asesinado por las tropas estadounidenses en un tiroteo.

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El gran robo a un banco ocurrió en 2003 cuando Saddam Hussein robó casi $ 1 mil millones del Banco Central de Iraq.

El robo más grande en la historia de Gran Bretaña con $ 300 millones ocurrió en el Sumitomo Bank en Londres en septiembre de 2007. Este atraco falló estúpidamente cuando los piratas informáticos experimentados cometieron errores simples en el formulario de transferencia al no estar familiarizado con el sistema SWIFT para transferir dinero internacionalmente.

Después de 23 intentos fallidos durante el transcurso de dos días para enviar el dinero, el fiasco se deshizo revelando a 2 hombres belgas y al jefe de seguridad del banco como los culpables. El jefe del banco, Kevin O ‘Donoghue, de 34 años, explicó más tarde que había aceptado el atraco después de que el plan maestro ya había sido formulado y su familia estaba amenazada. El plan casi funcionó después de que los piratas informáticos utilizaron una memoria USB para instalar el software “key-logger” en las computadoras de los trabajadores a los que luego descargaron los nombres de usuario y las contraseñas de las cuentas privadas y comerciales del banco.
Después de intentar varias transferencias de dinero, todas las cuales fallaron, el trío fue rastreado y procesado.

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