Los críticos del posmodernismo pueden verlo como una teoría tan receptiva de las verdades subjetivas que en algunos casos radicales pueden proponer estrategias de no acción. Por ejemplo, el posmodernismo (a diferencia del posestruxturalista) podría decir que los valores que nos motivan a luchar contra ciertas injusticias sociales (que están incrustadas en sociedades fascistas o corporativas) son valores que no son universales sino occidentales y, por lo tanto, no tienen un valor moral más alto que los que tienen lugar en otras culturas (o incluso en otras). El posmodernismo a menudo es acusado de relatividad cultural que admira los derechos de cada individuo a elegir su nerrativa como su verdad.
El posmodernismo no ve a ciertas partes de la sociedad como oprimidas y otras como opresores. Ve el poder como dinámico, lo que pone a cada individuo en una posición compleja donde puede ser ambos al mismo tiempo. Este hecho interino de cualquier cambio de poder en la relación social solo conducirá a un cambio crítico y no a un cambio real.