La relación actual de los estadounidenses con Rusia es extremadamente complicada, y crece cada día más a medida que se acumula evidencia de colusión entre Trump y Putin. Sin embargo, antes de la presidencia actual, las relaciones entre Estados Unidos y Rusia se estaban agotando, no como una réplica de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, sino como un nuevo tipo de Guerra Fría que se desarrollaba como resultado del gobierno cada vez más autoritario y nacionalista de Vladimir Putin.
Putin es el autor intelectual detrás de una nueva forma de nacionalismo que se ha fomentado en la Europa postsoviética, impulsada por su intromisión en naciones soberanas como Ucrania, Bielorrusia, Kazajstán y más. En lugar de la ideología marxista-leninista, Putin se enfoca en cultivar una élite extremadamente rica que pueda patrocinarlo a él y a sus aliados políticos y, a su vez, estar en deuda con él. Utiliza la retórica populista y nacionalista para atraer al ruso promedio, quien, después del tumulto de los años inmediatamente posteriores a la Unión Soviética, anhela la estabilidad y la seguridad sobre todo.