Es preciso en lo que va. Esto puede no ser cierto para algunos libros de texto que a menudo se espera que estén de acuerdo con lo que las escuelas quieren que digan. Esto es especialmente cierto para el Sur, donde hay personas con agendas sobre esclavitud y afroamericanos. Lo mismo se aplica a la historia de los nativos americanos, pero una vez que pasamos a la historia dominante, eso cambia.
Cualquier imprecisión será el resultado de una omisión en lugar de una comisión.
No hay historiador en Occidente que pueda simplemente publicar lo que quiere y esperar que sea bien recibido por la comunidad académica. Esto también se aplica a los historiadores del gobierno. Si bien los gobiernos tienen historiadores, están sujetos a los mismos estándares rigurosos que otros historiadores. Si dudan de esto, pierden credibilidad y corren el peligro de volverse irrelevantes.
Debido a que Occidente tiene una prensa libre, esto significa que el estado no controla lo que se publica.
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La beca está sujeta a una revisión rigurosa por parte de otros académicos en ese campo. Esto es tan cierto para la historia como para otras disciplinas. Esta tradición de revisión por pares se remonta a la Inglaterra del siglo XVII. Además, las obras de los historiadores también están sujetas a críticas por parte de los no historiadores.
Lo que esto significa es que si alguien publica una historia contaminada, está sujeto a que se dañe su reputación. Como resultado, las personas tienen cuidado de entender bien sus hechos.
No hay condena ni censura por investigar y publicar trabajos críticos de su nación por otros académicos. Puede haber una protesta de miembros del público que resienten el desafío a su punto de vista de cuál es su país, pero eso es todo.
Hay elementos marginales como los negadores del Holocausto o los nazis que escriben sus propias historias, pero si no están respaldados por hechos conocidos, entonces no son aceptados por los historiadores convencionales.
Esto no es cierto para todas las naciones. Por ejemplo, existe una gran resistencia en Japón a los trabajos críticos de sus atrocidades de la Segunda Guerra Mundial para que el público permanezca en gran medida en la oscuridad sobre lo que sucedió. Alguna historia rusa es sospechosa.
El resultado es que las historias escritas en Occidente son, en general, confiables, hasta donde llegan. Las historias siempre están sujetas a mejoras.
Las historias escritas donde esta tradición no existe deben tomarse con un grano de sal.