China es demasiado grande y culturalmente distinta para ser anexada por cualquier país extranjero. Japón, en su momento de arrogancia en la década de 1930, pensó que podría lograr una anexión, pero luego renunció a apoyar un régimen pro-Japón liderado por Wang Jingwei.
La Unión Soviética no intentó anexionarse a China, aparte de aferrarse a territorios ya anexados por la Rusia zarista como Vladivostok, conocido como Hai Shen Wei (海參崴) en chino. Pudieron aferrarse a esos territorios ya que estaban escasamente poblados en el momento de la anexión, mientras que al mismo tiempo el gobierno ruso facilitó la migración masiva de rusos étnicos en la región y desarrolló el Ferrocarril Transiberiano.
En cambio, la Unión Soviética intentó apoyar a las facciones pro-soviéticas dentro de China. En la década de 1920, significa que apoyó al KMT liderado por Sun Yat-sen y también al PCCh, en lugar del Gobierno de Beiyang, el entonces gobierno oficial de la República de China en Pekín. A juzgar por el resultado, tuvieron mucho éxito.