Una lección que se puede aprender de la historia económica es la deriva en el concepto de la fuente de riqueza. Básicamente era la tierra y lo que se podía sacar de ella, en la era dorada de Portugal, España y el Imperio Otomano. Más tarde, debido a las enormes extensiones de tierra de las Américas y a la relativa escasez de hombres, el trabajo se convirtió en la fuente de la riqueza de las naciones, como lo declaró Adam Smith.
Tal vez estamos viviendo en los últimos 100 años durante un nuevo cambio de paradigma. En cierto modo, el trabajo sigue siendo la fuente de riqueza, pero no la necesaria para la producción final de bienes en las fábricas. Es el trabajo de diseñadores, ingenieros, arquitectos, biólogos, lo que especifica la disposición de las máquinas y los materiales que producirán los productos demandados. El proceso de producción es principalmente automático, pero se necesita mucha gente para diseñar las fábricas automatizadas y otras para construirlo utilizando herramientas y máquinas diseñadas.