El Brasil portugués —en la época de las Guerras Napoleónicas, organizado como el Estado de Brasil— era una colonia populosa y sofisticada que superó con creces a Portugal, con una población más grande y una economía de exportación rentable. En el caso de que Portugal no estuviera disponible para los Braganzas, su corte y el gobierno imperial de Portugal, Brasil era más que capaz de servir como un hogar alternativo. De hecho, si no fuera por la independencia brasileña, el centro de gravedad del Imperio portugués probablemente se habría desplazado hacia Brasil en cualquier caso.
El imperio de los holandeses, por el contrario, no estaba en posición de superar a la patria. Sudáfrica puede haber sido generalmente análoga a Brasil, como una colonia holandesa en gran parte hogar de una población colonial de origen holandés, pero era demasiado pequeña, demasiado subdesarrollada y demasiado lejos de la República holandesa para servir como una base alternativa. Que, debido a la estructura peculiar del imperio colonial holandés, el Cabo no estaba en manos de la República holandesa propiamente dicha, sino que una compañía privada de los holandeses habría hecho que ese cambio fuera aún más difícil.