Los reyes germánicos en los nuevos reinos creados en las antiguas provincias romanas pronto se dieron cuenta de una cosa; serían incapaces de administrar y mantener eficientemente el control de una gran población de antiguos ciudadanos romanos, especialmente campesinos, a menos que se asociaran con los clérigos, las únicas personas capaces de leer, escribir y hacer aritmética en ese momento. Los obispos desempeñaron un papel clave en el asesoramiento y la ayuda a los reyes germánicos para reorganizar Europa política y económicamente después de que el imperio desapareciera.
Los antiguos ciudadanos romanos, la mayoría viviendo en el campo debido al colapso de la vida urbana en la época de la caída del Imperio Romano de Occidente, recurrieron a reyes germánicos fuertes para su protección a cambio de trabajo y suministros. Con el tiempo, los campesinos se convertirían en siervos, y los guerreros cercanos al rey formarían la clase noble de la Edad Media.