Es un proceso muy interesante, y la respuesta corta es “trabajo duro”.
El antiguo egipcio fue redescubierto por Champollion, gracias al descubrimiento afortunado de la piedra de Rosetta. Esta tableta de piedra del período helenístico (cuando Egipto estaba gobernado por una aristocracia griega / macedonia) tenía la misma inscripción en tres idiomas, uno de los cuales era conocido (griego antiguo). Dos eruditos compitieron, pero Champollion hizo un gran avance cuando identificó dos nombres reales (Ptolomeo y Cleopatra) en los jeroglíficos (los nombres reales aparecen en los cartuchos), lo que le dio una pequeña cantidad de sílabas para usar como punto de partida.
Hay mucho más en esa historia (y si está interesado en la lingüística, recomendaría leerlo), pero ilustra el proceso: comience con un marco de referencia limitado y construya minuciosamente sobre él.
Algo similar sucedió con Lineal B, el lenguaje utilizado en Grecia en el período micénico. Después de décadas de poco progreso, un lingüista aficionado dio el modesto salto de la hipótesis de que Linear B era una forma de griego, y desde allí pudo identificar ciertos nombres de lugares y nombres comunes y descifrar lentamente el guión a partir de ahí.
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Desafortunadamente, Linear A (el idioma de Minoan Crete) permanece sin descifrar a pesar de compartir un guión con Linear B, ya que el idioma parece no estar relacionado con ningún otro idioma conocido. Etruscan también permanece en gran parte sin descifrar debido a la falta de puntos de referencia. El trabajo académico está en curso.
Mientras tanto, es posible “reconstruir” un lenguaje completamente hipotético, como el Proto-Indoeuropeo (‘PIE’). Esta es una reconstrucción del ancestro común de todas las lenguas indoeuropeas modernas, basada en la comparación de elementos comunes entre estos idiomas. No es un lenguaje “real”, pero el proyecto es útil para el avance de la lingüística.
En cuanto a cómo sonaban los idiomas extintos, nunca podemos saberlo. Necesitaríamos grabaciones de una muestra representativa de hablantes que cubran largos períodos de la historia, que obviamente no pueden existir. Pero hay pistas interesantes que se pueden encontrar.
Por ejemplo, el antiguo graffiti romano nos lleva a creer que la letra ‘h’ no se hablaba en latín común, solo se escribía (o solo se hablaba en dialectos enrarecidos), y un fragmento de una obra griega antigua sobre ovejas sugiere que la letra beta era no siempre se pronuncia ‘v’ como lo es ahora.