Primero un descargo de responsabilidad: a los presidentes de los Estados Unidos se les han otorgado varios títulos honoríficos, algunos de los cuales pueden parecernos exagerados hoy. Pero en el momento en que se les dio, la intención era resaltar cuán importante era Estados Unidos y sus ideales, como un bastión de la libertad y una inspiración para otros países; y para mostrar el elevado estatus del hombre que ocupa el cargo de presidente. (Un título honorífico era “el líder del mundo libre”, por ejemplo). Históricamente, los presidentes no eran vistos como hombres ordinarios: sí, tenían sus defectos y sí, tenían enemigos políticos. Pero el cargo de la presidencia era especial, y los títulos que reflejaban prestigio, honor y alto estatus se atribuían al hombre que ocupaba ese cargo.
Dicho esto, como otros han señalado, hablar del presidente como “el hombre más poderoso de la Tierra” se refería a la creencia de que las acciones y políticas del presidente estadounidense no solo afectan a Estados Unidos sino a todo el mundo. Debido a la influencia de Estados Unidos en la economía global y en los asuntos mundiales, es difícil ignorar lo que dice o hace un presidente estadounidense. Además, el presidente estadounidense comanda quizás el ejército más poderoso del mundo. En estos días, hay algunos otros países que se consideran igualmente poderosos o influyentes (China o Rusia, por ejemplo), y puede parecer inexacto decir que cualquier país en nuestro mundo globalizado e interdependiente es totalmente dominante. Y, sin embargo, incluso ahora, la influencia de Estados Unidos sigue siendo imposible de ignorar. Estados Unidos ha sido considerado durante mucho tiempo como la nación más poderosa, incluso por sus enemigos; y el presidente, como líder de la nación más poderosa, podría recibir ese título honorífico de “la persona más poderosa en la Tierra”.