Todo tenía que ver con el comercio. La Ruta de la Seda era larga y traicionera, pero las rutas marítimas eran más rápidas y se podía transportar más carga que si se usaran animales de carga.
Los portugueses y españoles tomaron la delantera en la búsqueda de nuevas rutas, con España tratando de llegar a China a través del Atlántico, descubriendo así la riqueza del nuevo mundo, y los portugueses llegando a China e India pasando por el extremo sur de África.
Fueron ayudados por las innovaciones en la construcción naval. Antes, los barcos se diseñaron para viajes por el Mediterráneo, pero las nuevas innovaciones produjeron barcos que podrían desafiar las agitadas aguas del Atlántico y permitir viajes a largo plazo. Estas innovaciones no llegaron a los obstinados constructores navales del Atlántico hasta mucho más tarde, lo que permitió a España y Portugal abrir nuevas rutas comerciales y colonias con poca competencia.
Desafortunadamente, la exploración por sí misma no fue el principal motivador hasta más tarde, como siempre se trata de ganar dinero.