Alrededor de 1600 Japón logró un estado de paz por primera vez en cientos de años. La riqueza resultante no fue fuera de lo común: China y Vietnam también disfrutaron años de auge similares en tiempos de paz. Quizás el factor que hizo a Japón particularmente notable fue el deseo de preservar esta riqueza y paz en todos los niveles de la sociedad.
El Japón clásico y medieval se había basado en una filosofía budista de evanescencia. El Japón moderno temprano lo cambió gradualmente por una filosofía de política racional basada estrechamente en el neoconfucianismo. A diferencia de China, en Japón, el público objetivo de estas nuevas enseñanzas no solo era la nobleza, sino también samurais, comerciantes e incluso agricultores comunes de menor rango. Como resultado, casi todas las personas tuvieron la oportunidad de participar en la moralidad urbana y construir una economía familiar.