Debido a los avances tecnológicos, la cantidad mínima de personas necesarias para crear el caos en nuestro planeta disminuye con el tiempo. A medida que se hace más fácil empalmar genes, por ejemplo, se vuelve más simple para los científicos misantrópicos causar estragos éticos con el ADN, con un peligro cada vez mayor: ¿cuánto tiempo pasará antes de que una sola persona con el equipo adecuado pueda recrear un virus Ébola? o peor, y empalmarlo con un virus del resfriado común?
Lo mismo ocurre con las armas nucleares, donde la capacidad de piratear sistemas informáticos, plantar puertas traseras, crear amenazas falsas, etc., solo se vuelve más fácil para un menor número de personas. Y si las filosofías nihilistas y amantes de la muerte, como las de ISIS o Hamas, pueden atraer a las personas por decenas de miles, el problema de seguridad ya no es tanto el temor de que los terroristas se conviertan en científicos y programadores nucleares, sino que los científicos y programadores nucleares se vuelvan solitarios -Lobo o terroristas de células pequeñas. Y cuanto más se permita que la no proliferación nuclear chisporrotee y fracase (particularmente después del “acuerdo” con Irán), habrá más oportunidades para que los países del tercer mundo tengan travesuras nucleares con poca experiencia en seguridad en la protección de sus nuevas armas nucleares. Es por eso que las cosas se están volviendo mucho más peligrosas, a pesar de la apariencia relativamente limitada del conflicto mundial.