Mi experiencia allí me hizo quien soy, para bien y para mal. Me enseñó cómo luchar y luchar para superar las cosas que se me presentan y lo importante que es confiar en quienes luchan conmigo. Me dio la oportunidad de aprender una habilidad útil, comprar un auto nuevo e ir a la universidad.
Por otro lado, esos demonios amarillos resultaron ser adversarios muy duros, decididos, unidos, valientes y competentes. Me enseñó a mirar a los humanos detrás de las etiquetas y juzgar a las personas por lo que hacen y no por lo que otros dicen sobre ellos. Me resulta difícil justificar el asesinato de esas personas durante 13 meses a cambio de un automóvil y la factura de GI. Me costó cualquier reclamo que tuviera que honrar y glorificar. Eso es lo que la mayoría de nosotros pensábamos que saldríamos de eso. ¿Honor y gloria contra auto y carrera? Desearía haber encontrado otra forma.