“Ser un líder significa ser capaz de mover a las masas” – Adolf Hitler, Mein Kampf.
Hitler se adelantó a su tiempo con respecto a las técnicas de persuasión con raíces psicológicas . A lo largo de su ascenso al poder y más de 5000 discursos, utilizó estos métodos sistemáticamente con un éxito extraordinario.
Hitler hizo sus más fuertes llamamientos a los instintos irracionales (“fuerzas ocultas”) en su audiencia, instintos exacerbados por las terribles condiciones que enfrentaron después de la Primera Guerra Mundial. Prometió satisfacer sus deseos más oscuros y calmó sus ansiedades a través del lenguaje apasionado y la repetición constante: en sus propias palabras “Solo la repetición constante finalmente logrará imprimir una idea en el recuerdo de la multitud”.
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“El Führer” siempre se refirió a su audiencia como una multitud, una misa que estaba crónicamente ansiosa y frustrada. Para hacerlos más masivos, los reunió deliberadamente en grandes salas y arenas donde las personas podrían perder su identidad personal. Hitler sabía que reunidos en una multitud, la gente perdió su capacidad de razonar, su sugestión aumentó, se volvieron excitables y ansiosos, su responsabilidad individual o colectiva se desvaneció.
“Quien quiera ganarse a las masas debe conocer la clave que abrirá sus corazones” – Adolf Hitler
Hitler no solo era un demagogo , sino que, como el ejemplo perfecto de uno (su biógrafo lo describió como el demagogo más grande de la historia), fue radical en todas sus ideas porque sabía que un propagandista demagógico efectivo debía ser increíblemente dogmático. Los asuntos en los que la duda es el enfoque razonable deben hacerse evidentes para las masas.
Las opiniones contrarias no tenían lugar en los discursos de Hitler ; fueron constantemente menospreciados agresivamente. Hitler explicó: “la derecha está del lado del agresor activo”.
Sus técnicas de persuasión no se limitaron al perímetro de la sala o arena en la que habló: por primera vez en la historia, la radio y la televisión hicieron del adoctrinamiento un proceso incesante . Leer propaganda o manifiestos ideológicos era una actividad individual (donde se practicaban las habilidades de razonamiento del lector), escuchar transmisiones de radio, por otro lado, era un ejercicio grupal en el que reinaban los argumentos emocionales.
“Un orador que proclama los deseos más secretos, los instintos menos admisibles, los sufrimientos y las revueltas personales de toda una nación” – Otto Strasser
La curiosidad hizo al gato más inteligente.