Las secuelas fueron horribles. La gente arriesgaba sus vidas huyendo del país. Muchos se lanzaron al mar, y solo una fracción de ellos tuvieron la suerte de estar vivos, aunque tuvieron que pasar años en los campos de refugiados. Algunos optan por ir a tierra, cruzando Camboya hacia Tailandia.
Para los vietnamitas del sur, la guerra fue mala, pero la posguerra es aún peor. Durante la guerra, no había nadie huyendo del país, no había gente de botes.
Déjame contarte mi historia personal. En ese momento, mis hermanos y yo éramos niños pequeños y estudiantes de primaria. A nuestros padres se les dijo que salieran de nuestra casa. Solo se nos permitió llevar algunas pertenencias personales en maletas. La ciudad estaba en caos, no había autobuses, por lo que tuvimos que caminar durante horas, durante la noche, hacia la estación de tren más cercana, con la esperanza de que nos pudiera llevar a otra ciudad, donde vivían nuestros abuelos. Cansado, doloroso y hambriento, encontramos un cobertizo abandonado junto a un ferrocarril y nos quedamos a pasar la noche. O al menos nuestros padres pensaban que sí. Pero terminamos quedándonos por un tiempo, ya que el servicio de trenes también se detuvo.
Mi padre era un oficial militar, luchó contra el comunista, por lo que fue etiquetado como uno de “el enemigo del pueblo”. Fue enviado a un “campo de reeducación” y falleció después de dos años de dificultades. No lo supimos hasta varios años después, ya que el nuevo gobierno lo mantuvo en secreto. No querían que la gente supiera las condiciones realmente horribles en esos campos.
Después de un tiempo, el servicio de trenes se reanudó pero el ferrocarril no fue reparado completamente, los trenes fueron tan lejos como pudieron y luego se detuvieron. Todos los pasajeros se bajaron, caminaron durante una milla más o menos y se subieron a otro tren.
Mis abuelos también perdieron la mayoría de sus propiedades, pero nos llevaron bajo sus alas. La granja de mi abuelo fue nacionalizada. Compartimos un pequeño refugio, que era un cobertizo de almacenamiento para herramientas agrícolas.
Después de un tiempo, la escuela se reanudó, pero se nos negó la entrada. De acuerdo con las nuevas reglas de gobierno, cada hogar debe estar registrado en el mismo vecindario al que pertenecen antes de que termine la guerra. Mi madre trató de explicar que nos obligaron a abandonar nuestra casa y que no teníamos un lugar al que volver, pero su explicación cayó en los oídos sordos.