El gran éxito de los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín reunió un gran reconocimiento internacional para Hitler y la admiración por lo que logró en Alemania en sus entonces tres años en el poder.
Hitler y Roosevelt llegaron a sus cargos en el mismo año, y ambos heredaron países sumidos en la depresión y cerca de la ruina. Como se mostró al mundo en los Juegos Olímpicos de Berlín, Hitler había hecho algo casi imposible para darle la vuelta al país tan rápidamente (mientras que Estados Unidos seguía teniendo muchos problemas hasta el impulso económico del esfuerzo de guerra). Gran parte del mundo estaba impresionado con Hitler. En esos tres años, Hitler también había hecho una serie de cosas que incomodaron (especialmente a Churchill, que en ese momento no era influyente), pero en general el mundo le dio el visto bueno, a pesar de que personas como Einstein ya habían perdido su ciudadanía y abandonó el país en respuesta a las acciones del partido nazi.
En lo que respecta a la opinión pública e internacional, una cosa para recordar acerca de Hitler, y esto no es para respaldarlo, es que era, a todas luces, excepcionalmente carismático y cautivador. La mayoría de los que lo conocieron o escucharon quedaron muy impresionados. Tenía puntos de vista extremos y fue responsable de muchos eventos horribles, pero no estaba loco y el pueblo alemán tampoco estaba loco. Paso a paso, hicieron locuras y locuras, pero provenían de personas fundamentalmente inteligentes y racionales. Es un punto importante a tener en cuenta. De lo contrario, cuando todo el mundo se hace loco, no tiene ningún sentido que Hitler y el pueblo alemán hayan tenido una influencia tan inmensa.
Hitler era un hombre que podía hablar con una multitud de medio millón de personas durante dos horas y mantener su atención durante todo el tiempo, y todos se sintieron animados y personalmente significativos al final. Los corresponsales internacionales que escribieron sobre tales eventos quedaron asombrados de lo que vieron: la respuesta de la gente no fue un aplauso, fue un rugido. Imagine a cualquier político contemporáneo en un podio durante tanto tiempo y lo aburrido que sería. Luego mire un clip de las manifestaciones de Nuremberg. No es impensable que la gente se haya llevado con él.
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Otro punto: el partido nazi también tuvo cuidado con lo que retrataron al mundo exterior. Hubo, por ejemplo, carteles y carteles antisemitas en toda Alemania en 1936, que fueron retirados como perpetración para los Juegos Olímpicos cuando los ojos internacionales los verían.
Había motivos para preocuparse por Hitler mucho antes de 1939, pero la historia registra pocas personas que no estaban cautivadas con el líder nazi en los primeros años de su gobierno.
La lección de todo es tener cuidado de no dejarse llevar por el carisma. Si escuchas a un gran orador, mira muy de cerca sus acciones y mira lo que esas acciones dicen. El genio de Hitler era como orador y estratega, y sabía cómo aprovechar uno para el otro.