No fue oficial más espontáneo del lado de los soldados comunes en las trincheras, el alto mando de ambos lados estaba furioso por esta fraternización.
El 7 de diciembre de 1914, el Papa Benedicto XV sugirió una pausa temporal de la guerra para la celebración de la Navidad. Los países en guerra se negaron a crear un alto el fuego oficial, pero en Navidad los soldados en las trincheras declararon su propia tregua no oficial.
Comenzando en la víspera de Navidad, muchas tropas alemanas y británicas cantaron villancicos entre sí a través de las líneas, y en ciertos puntos los soldados aliados incluso escucharon bandas de música uniéndose a los alemanes en sus alegres cantos.
A la primera luz del amanecer del día de Navidad, algunos soldados alemanes salieron de sus trincheras y se acercaron a las líneas aliadas a través de la tierra de nadie, gritando “Feliz Navidad” en las lenguas nativas de sus enemigos. Al principio, los soldados aliados temían que fuera un truco, pero al ver a los alemanes desarmados salieron de sus trincheras y estrecharon la mano de los soldados enemigos. Los hombres intercambiaron regalos de cigarrillos y pudines de ciruela y cantaron villancicos y canciones. Incluso hubo un caso documentado de soldados de bandos opuestos que jugaban un buen juego de fútbol.
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Algunos soldados utilizaron este alto el fuego de corta duración para una tarea más sombría: la recuperación de los cuerpos de los compañeros combatientes que habían caído dentro de la tierra de nadie entre las líneas.
La llamada tregua navideña de 1914 se produjo solo cinco meses después del estallido de la guerra en Europa y fue uno de los últimos ejemplos de la noción anticuada de la caballería entre los enemigos en la guerra. Nunca se repitió (los intentos futuros de cesar el fuego durante las vacaciones fueron anulados por las amenazas de acción disciplinaria de los oficiales), pero sirvió como prueba alentadora, aunque breve, de que bajo el brutal choque de armas, la humanidad esencial de los soldados perduró.
Durante la Primera Guerra Mundial, los soldados en el Frente Occidental no esperaban celebrar en el campo de batalla, pero incluso una guerra mundial no podía desanimar el espíritu navideño.