Pocos países fueron lo suficientemente fuertes política, militar o económicamente como para sostener una guerra prolongada contra adversarios potenciales por su cuenta. Francia no podría vencer a Alemania sin la ayuda de Rusia. El Imperio de los Habsburgo apenas podía funcionar por sí solo, y mucho menos saldar cuentas con Rusia. Rusia era difícil de manejar y su potencial requería asistencia masiva de los países más avanzados para el suministro. Gran Bretaña tenía un pequeño ejército disponible en las islas de origen (pero un ejército colonial bastante grande que detestaba transportar para luchar en el continente) y necesitaba un ejército terrestre sustituto para luchar contra los temidos alemanes. Los alemanes requerían que alguien más asegurara las fronteras y los flancos hacia el sur, limitando la guerra a dos frentes.
Por lo tanto, los países necesitaban alianzas para llenar los vacíos de sus propias naciones. Francia y Rusia podrían presionar a Alemania en dos frentes. Francia y Gran Bretaña se complementaron entre sí con un ejército y una armada robustos, respectivamente. Los Habsburgo tenían el poder militar de los alemanes para apuntalar su régimen vacilante, mientras que los alemanes aseguraron el flanco sur que involucraría a un gran número de fuerzas rusas en una guerra potencial.