Si ve la Revolución Cultural como una guerra contra los líderes del PCCh por parte del presidente Mao, seguramente el PCCh puede ser considerado sin culpa. De alguna manera, esta lógica no atrae al Partido, ya que plantea la pregunta, ¿por qué el presidente del partido le haría la guerra? La razón es simple, por supuesto: todo el partido, excepto Mao y unos pocos sicofantes, apoyaron un comienzo lento del socialismo, permitiendo que los empresarios “patrióticos” continúen dirigiendo sus empresas mientras se anima a los agricultores, a quienes se les asignó tierras, a formar cooperativas para mejorar comercialización y compra. Por el contrario, Mao exigió que China vaya directamente al socialismo estalinista con comunas rurales estrictamente vigiladas y negocios 100% nacionalizados.
Pero el partido cree que necesita mantener a Mao como una figura de prestigio porque fue él quien los llevó a conquistar toda China y crear una nación completamente centralizada. Algo que tiende a suceder solo una vez cada 500 años. Por lo tanto, se ven obligados a aceptar el GPCR como un error del partido.