No Todo lo contrario.
El Tercer Reich estaba obsesionado con lo oculto y todo tipo de ideas pseudocientíficas tontas. En 1933, Franz Mengering, un ingeniero que trabajaba para la ciudad de Magdeburgo, buscó apoyo para su plan de lanzar un cohete con el propósito de probar la teoría de la “Tierra hueca”. Esperaba que su cohete, lanzado desde Alemania, viajara por el interior de la Tierra hueca y aterrizara en el Pacífico.
Los funcionarios de la ciudad no aceptaron, pero les gustó la idea de lanzar un cohete tripulado para la publicidad. Alistaron a Rudolf Nebel, pionero investigador de cohetes e ingeniero jefe de la Verein fur Raumschiffahrt (Sociedad Alemana de Cohetes) para ejecutar el proyecto, y diseñó un arreglo de tipo “tractor” en el que los cohetes en la parte superior de un boom extraerían una cápsula tripulada: en algún lugar como la torre de escape utilizada en el programa Mercury y Apollo:
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Hoy, esto parece un diseño extraño, pero en la década de 1930 tenía la ventaja obvia de la estabilidad: no necesitaba mucho de un sistema de orientación. Se construyó un pequeño cohete de prueba y, después de múltiples intentos, logra viajar unos 1,000 pies antes de estrellarse:
La buena gente de Madgeburg tuvo el buen sentido de renunciar y dejar la ciencia de los cohetes a los profesionales antes de arriesgar el cuello de nadie.