Hay, a pesar de todas sus variaciones, dos formas de guerra.
Primero está la guerra por los recursos: si una cultura detecta una escasez (espacio, comida, agua, combustible u otro recurso importante), generalmente se organizará para obtener ese recurso. Se percibe que estas guerras afectan directamente la supervivencia de la cultura y pueden ser terribles, ya que a menudo implican el asesinato de aquellos que actualmente poseen el recurso.
La segunda es la guerra de la política. Esta es una guerra en la que una cultura, o sociedad, desea imponer su cultura o estructura y creencias sociales a otras; hacer que otras culturas sean parte de su propia cultura. Estas guerras a menudo se libran simplemente como una extensión de la política, con las poblaciones civiles vistas como un premio en lugar de un impedimento. Por consiguiente, se debe evitar matar civiles.
La mayoría de las guerras son una mezcla de estos dos. Hitler quería unir a las naciones ‘arias’ bajo un ‘reich’ (una guerra política), pero ‘lebensraum’ requirió la eliminación de las personas que ocuparon Europa del Este (una guerra de recursos).
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La situación mundial actual es un poco más interesante que la mayoría de la historia. El proceso de ir a la guerra conlleva muchos más costos y riesgos que sus posibles beneficios. Y hay alternativas potencialmente viables que la guerra. Con la tecnología cada vez más capaz de satisfacer las necesidades del mundo, y con las ciencias sociales avanzando en nuestra comprensión del desarrollo natural de las sociedades, nuestra capacidad de adaptar los recursos a las necesidades nunca ha sido tan grande. Por otro lado, este potencial de grandeza ha llegado tan rápido que muchas personas y las culturas que comprenden no están preparadas para el rápido ritmo de cambio, por lo que la posibilidad de una guerra política con una gran y terrible pérdida de vidas parece aumentar.
La humanidad ahora ha evolucionado hasta el punto en que se requiere un sistema político global único e inevitable, pero la forma en que se verá esa política futura es un tema de intenso escrutinio y competencia. El nacionalismo que ha sido la visión del mundo durante los últimos cuatro siglos compite tanto consigo mismo como con el globalismo. Ninguno de los estados-nación de hoy puede enfrentar suficientemente los desafíos globales que enfrentamos hoy; Sin embargo, ninguno de los rostros del globalismo está lo suficientemente desarrollado como para representar los intereses de toda la humanidad.
Sin embargo, la mayor amenaza para la guerra hoy en día, no es un conflicto entre estados y naciones, sino el derecho a dictar un nuevo orden. En cambio, el colapso de las políticas internas nos deja sin líderes en un momento en que el liderazgo práctico pero visionario es de gran necesidad. La ‘Primavera Árabe’, el caos político en Estados Unidos, la incapacidad de la UE para desarrollarse de manera coherente, o cualquier número de ‘estados fallidos’ en todo el mundo muestran que las personas individuales ya no están dispuestas a inclinarse ante el poder de ningún estado en particular si no puede brindar seguridad y los requisitos para una vida mejor.
Los cambios demográficos, los efectos del cambio climático, el desarrollo tecnológico y cuestiones como la desigualdad de recursos y el aumento del poder no estatal se han convertido en los impulsores del cambio.
¿Llevarán estas cosas a una guerra armada? La historia dice que probablemente. ¿Conducirá a una guerra global? Quizás. Mucho depende de nuestros líderes, y más importante de nosotros mismos. Aferrarse obstinadamente y sin pensar al presente consignará a quienes lo hagan al montón de cenizas de la historia, mientras que quienes sigan ciegamente el último problema de moda se encontrarán a la deriva por un capricho.
Muchas de las grandes religiones predicen un tiempo futuro de angustia global, seguido por el regreso de un Mesías para arreglar las cosas. Ya sea que uno espere ese tiempo, o en su lugar crea que el futuro es creado por nuestra propia guía, nunca en la existencia de la humanidad cada persona individual ha tenido tal habilidad y tanta necesidad de impactar el futuro.