Aparte del efecto que tuvo sobre los Jefes de Estado Mayor alemanes para quienes parece haberlos estimulado a impulsar la ofensiva de principios de 1918 para terminar la guerra antes de que las tropas estadounidenses pudieran atacar, tuvo un efecto bastante inesperado.
Un cierto Adolf Hitler conoció prisioneros de guerra estadounidenses de origen alemán. Escribió sobre su sensación de pérdida de que los jóvenes alemanes habían emigrado para aprovechar la oportunidad de unirse a lo que él vio como la expansión imperialista estadounidense en todo Occidente, sometiendo a las poblaciones nativas. Parecía pensar que este era el modelo para la expansión alemana hacia el Este, sometiendo a las poblaciones eslavas nativas de la misma manera. Lo vio como una forma de salvar a una generación de alemanes de emigrar para apoyar la expansión imperialista extranjera dándoles las mismas oportunidades en una nueva Gran Alemania en Europa