El libro habla por sí mismo.
“La función de la propaganda no reside en la formación científica del individuo, sino en llamar la atención de las masas sobre ciertos hechos, procesos, necesidades, etc., cuyo significado se coloca por primera vez en su campo de visión …
Toda propaganda debe ser popular y su nivel intelectual debe ajustarse a la inteligencia más limitada entre las personas a las que se dirige. En consecuencia, cuanto mayor sea la masa que se pretende alcanzar, menor será su nivel puramente intelectual. Pero si, como en la propaganda para librar una guerra, el objetivo es influir en todo un pueblo, debemos evitar demandas intelectuales excesivas a nuestro público, y no se puede extender demasiada precaución en esta dirección.
Cuanto más modesto sea su lastre intelectual, más exclusivamente tendrá en cuenta las emociones de las masas, más efectivo será. Y esta es la mejor prueba de la solidez o falta de solidez de una campaña de propaganda, y no del éxito que agrada a algunos académicos o jóvenes estetas.
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El arte de la propaganda consiste en comprender las ideas emocionales de las grandes masas y encontrar, a través de una forma psicológicamente correcta, el camino hacia la atención y de allí al corazón de las grandes masas. El hecho de que nuestros niños brillantes no entiendan esto simplemente muestra cuán vagos y engreídos son mentalmente.
Una vez entendido lo necesario que es para que la propaganda se ajuste a la gran masa, resulta la siguiente regla:
Es un error hacer propaganda de muchos lados, como la instrucción científica, por ejemplo.
La receptividad de las grandes masas es muy limitada, su inteligencia es pequeña, pero su poder de olvidar es enorme. Como consecuencia de estos hechos, toda propaganda efectiva debe limitarse a unos pocos puntos y debe insistir en esto en consignas hasta que el último miembro del público comprenda lo que usted quiere que comprenda con su eslogan. Tan pronto como sacrifiques este eslogan y trates de ser multifacético, el efecto desaparecerá, ya que la multitud no puede digerir ni retener el material ofrecido. De esta manera, el resultado se debilita y al final se cancela por completo.
Así, vemos que la propaganda debe seguir una línea simple y, en consecuencia, las tácticas básicas deben ser psicológicamente sólidas. “
Gran parte de eso es tan relevante hoy como lo fue en la década de 1930, sin importar lo que pensemos de Hitler.