¿Cómo condujeron los actos de navegación a la Revolución Americana? ¿Cómo comenzó la revolución americana?

Bajo el ‘Viejo Sistema Colonial’, las colonias americanas fueron consideradas principalmente contribuyentes a la economía británica y al comercio británico. Se promulgaron varios aranceles aduaneros y regulaciones fiscales para hacer cumplir esto, incluidas las Leyes de Navegación, que determinaron que las exportaciones coloniales deberían transportarse en barcos británicos. Este acuerdo no se cumplió, como sucedió, con mucha firmeza y ambos lados del Atlántico avanzaron en beneficio mutuo. Pero en 1763, el año de la Paz de París, los costos acumulativos de la Guerra de los Siete Años, en gran parte librados para proteger a las colonias americanas del cerco francés, eran enormes y la peor parte recayó en Gran Bretaña (incluso la contribución de las colonias solo se dio en el entendimiento de que sería retornable al final de las hostilidades). El gobierno de George Grenville decidió que los acuerdos económicos con las colonias americanas debían establecerse sobre una nueva base, y que contribuiría de manera más sustancial a los costos de la defensa. En consecuencia, la aplicación de los impuestos y aranceles sobre el comercio (incluidas las leyes de navegación) fue intensificada por Gran Bretaña, para irritación de las colonias. Esta queja se intensificó por el intento del gobierno británico de limitar la expansión hacia el oeste, con el argumento de que a medida que penetraban los colonos del oeste, era más probable que fueran atacados por las poblaciones nativas y el costo de defenderlos sería correspondientemente mayor. Estas quejas, sobre los impuestos y la interferencia del gobierno por parte del poder colonial, desencadenaron las preocupaciones tradicionales derivadas del inglés entre las colonias sobre los límites del derecho del monarca (o de su gobierno) a imponer su voluntad sobre las instituciones libres y el derecho consuetudinario, preocupaciones que se remontan a las guerras civiles inglesas de la década de 1640. Así, los factores económicos y políticos se combinaron para profundizar las divisiones entre los intereses de Gran Bretaña y sus colonias americanas, divisiones que, como un mal matrimonio, continuaron ampliándose durante la próxima década.